Gamero, Emiliano, obtuvo en Montijo un triunfo de esos de estruendo. A su estilo. Con su estilo. Con ese modo de hacer las cosas en el rejo...
Gamero, Emiliano, obtuvo en Montijo un triunfo de esos de estruendo. A su estilo. Con su estilo. Con ese modo de hacer las cosas en el rejoneo que tan poco tiene que ver con el más puro estilo portugués del Toreo a Caballo, e incluso con el rejoneo de excelencia que algunas veces aún se ve en España. Pero el público que paga es quien manda. Y el público tiene siempre la razón, dicen los clásicos. Siendo esto así, si a la más que notable mayoría del público le agrada lo que Gamero hace sobre un caballo, ¿qué cabe decir?.
Las corridas de toros no dejan de ser un espectáculo. En los tiempos de "El Cordobés" y Palomo Linares, en España había un debate muy parecido. Se decía por los puristas que "el salto de la rana" -por ejemplo- no era Toreo, era show... pero lo cierto es que, entonces, el que llenaba las plazas era Manuel Benítez "El Cordobés" con su toreo que de puro tenía muy poco y de show un rato largo... Y los públicos, en su mayoría, le aplaudían a rabiar.
Con Gamero, en Portugal, está pasando lo mismo, solo que -de momento, al menos- Gamero no llena las plazas. Pero su show, su toreo a caballo tan particular, es innegable, agrada e incluso entusiasma a la mayoría de los públicos presentes en las plazas. Tanto que otro -sin llegar al "espectáculo" que da el mexicano-, Andrés Romero, que gusta también de introducir ciertos alardes caballísticos en su toreo, empieza a estar ya un poco eclipsado -como sucedió anoche en Montijo- por Emiliano Gamero.
(Foto / Archivo : José Canhoto)