Del uso y abuso de los banderilleros o auxiliadores para mover, parar, colocar el astado, en las corridas de toros en Portugal (y en España en bastantes casos) hablaremos otro día, en esta serie de apuntes sobre los males actuales del Toreo que se practica en los ruedos ibéricos... Son goteras persistentes en la Tauromaquia que convendría eliminar, a ver si logramos que salga un sol radiante y deje de llover...

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TRIBUNA da TAUROMAQUIA IBÉRICA
by NÉSTOR SEGURA
Fotos : ROSALEA RYAN
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Vemos cada dos por tres más videos y videos de cavaleiros especialmente, en acción en las plazas, videos colocados por ellos mismos en Facebook... orgullosos de lo que hacen, orgullosos del Toreo que interpretan. 

Uno admite, desde siempre, que todos los tipos de Toreo, todas sus variedades, son más que necesarios en el actual momento de la Fiesta de los Toros (en Portugal y no solo en Portugal). Desde el respeto a la variedad de estilos, a los sentimiento e interpretación que cada torero haga... sí hay algunas cosas que -a poco que se analice- son difíciles de "tragar".

No hay más que ver esos videos a los que me refiero, para ver una velocidad desmesurada, con la que los cavaleiros en cuestión -no todos, obviamente- parten hacia el toro... velocidad en algunos casos mareante diríamos. Es como si perdiesen la paciencia, esperando que el toro se les arranque y, una vez que cuentan hasta diez -pongamos por caso- espolean al caballo y ¡hala!, a galope ahí voy yo...

Torear despacio es una virtud. Y no solo cuando se manejan capotes y muletas; también toreando a caballo donde movimiento lógico ha de haber, pero en todo momento ponderado : ni menos del imprescindible, ni más del absolutamente necesario. 
Pero últimamente proliferan las "carreras" en las plazas. Carreras de un solo caballo, espoleado por el cavaleiro de serviço que no espera, o no quiere "trabajar" más a su oponente. Se arranca con especial ímpetu, como mucho provoca una vez la arrancada del toro y si observa que este no se arranca, allá va el, con el caballo veloz, a echarse materialmente encima del morlaco y a clavar para salir de la suerte con aspaviento especial, a veces que hasta parece que está riñendo a los espectadores, como diciendo a qué esperáis para aclamarme. 
No hay, en los casos que comentamos, el esfuerzo de mover al toro de los terrenos en donde se encuentra y no responde, moverle las veces necesarias, que para eso hay caballos y debería de haber cavaleiro... Dar todas las ventajas al toro, como mandan los cánones, es también moverle de sitio las veces que sea necesario, lidiarle hasta hallar el terreno idóneo desde el que el astado va a arrancarse por fin...

Ciertos cavaleiros han entrado en dinámicas perniciosas : lo de todas las ventajas al toro, ya veremos si lo hago; lo de lidiarlo a conciencia... no sé muy bien para qué... E instalados en lo que no deja de ser ignorancia, como resultado deviene que convierten el acto final de clavar la farpa en el objetivo principal a cumplir, cuando clavar debe de ser el complemento final -si bien debe de haber la colocación adecuada, no vale clavar en la paletilla- una especie de echar la firma, un rubricar la ejecución de una suerte al completo, que es mucho más que clavar una banderilla, que va a lucir mucho más y mejor si el viaje y encuentro entre toro y caballo no se produce tras una galopada bestial, a toda velocidad del equino.... 

Con el prodigarse esto de las carreritas de los caballos, el Toreo lusitano cada vez se acerca más al recuerdo de algunos rejoneadores que en su tiempo no sabían más y lo cifraban todo a las carreras en el ruedo, carreras para cansar al toro -sin torearlo-, carreras para clavar en el morrillo del toro -sin torearlo-... 
No hay paciencia, no hay esmero, hay un tira p´alante que el público, a poco que no entienda, me va a aplaudir igual. Entre un Curro Bedoya de su tiempo y algunos cavaleiros portugueses actuales en determinados momentos, poca diferencia existe. Y Bedoya tenía disculpa en su tiempo, estos no la tienen, porque han tenido y tienen a su alcance bastantes de los cuales aprender.