Hace ya muchos años, mi amigo y gran taurino Manuel Cruz Condeço -q.e.p.d.- (el dueño de aquel famoso "Poizo do Bezouro", en Chamusca) transportaba un sábado de corrida, en su furgoneta, desde Chamusca a Nazaré, a varios de los forcados de uno de uno de los grupos de aquella localidad ribatejana. Al fin y al cabo, Manuel tenía un hijo que era integrante, como forcado, del grupo de los Amadores de Chamusca. Y se sentía en la obligación de colaborar poniendo su furgoneta de 8 plazas a disposición de aquel colectivo. 

Yo creía que una vez llegados a Nazaré, Manuel estaría libre y podría estar conmigo charlando y cenando en cualquier explanada veraniega de aquel entonces. 

---Así que llegues a Nazaré, yo te espero en "Casa Pires", al lado mismo del Santuario, ya reservo mesa y cenamos allí si te parece...

---Impossível Eugénio!. Uma vez chegados a Nazaré temos que preparar tudo para a corrida, temos que ir a fardar, tal e qual... vamos estar com os cinco sentidos postos na tourada...

---Pero vamos a ver, amigo Manuel; una cosa es que tu transportes a esta rapaziada en tu furgoneta, pero... ¿qué pintas tu con ellos luego, hasta el final de la corrida?. Si aún fueses uno de los forcados, lo entendería...

---Não perceves disto, amigo Eugénio, não perceves... Eu são como se fosse integrante do mesmo colectivo; síntome forcado, ainda que já nao esteja para sair á arena... Eu formo parte do grupo, e devo estar com eles nos momentos previos da tourada, quando o ritual de fardar é uma coisa especial, tem a sua mística, o seu momento tão particular... Eu levo a roupa de forcado do meu filho, ajudo a vestir, estou com eles, dou ánimos, conselhos... e até rezo com eles... Comprendes agora por qué não posso aceitar o teu convite para jantar-mos juntos?... Ora bem, ao final da tourada, se todo foi bem, sem problema, ficamos meia horita antes de partir para Chamusca e tomamos qualquer coisa juntos...

Aquel día aprendí que lo de los forcados no era ninguna broma, que tenía su ritual previo a la plaza, como los otros toreros de a pie o a caballo tienen. Y es que... ¿qué otra cosa, sino toreros, son los forcados?. Toreros de pies a cabeza, ¡qué caramba!.

Conservo en mi casa aquellos obsequios que, precisamente, los Forcados Amadores de Chamusca me hicieron presentes en aquellos tiempos. Aquel plato en cerámica muy hermosa, de fecha conmemorativa; aquel emblema; aquel barrete... Buena gente de aquellos los tiempos de Manuel Cruz Condeço, al que se lo llevó luego de este mundo un ataque al corazón de la noche para la mañana...

Con Manuel aprendí, en las varias veces que estuvimos juntos, muchas cosas -y muy hermosas- del mundillo de los forcados. Muchas...

Hoy, en mis manos cayeron unas fotos de Ana Paula Antas. Ella tiene un sentimiento especial para la fotografía, lo refleja en sus fotos : su amor por la Tauromaquia. Y ya no digamos -como Manuel- por el mundo de los Forcados (así, con mayúsculas, Forcados).

Las fotos de Ana Paula Antas que ilustran este artículo, son el reflejo de aquello que a Manuel embargaba un par de horas antes de cada corrida. Esa la mística de los forcados, esas sensaciones especiales cuando en un hotel, en una pensión, en una casa particular, o en una siemple escuela que tenga unas duchas para luego quitarse de encima el sudor, el polvo, la sangre tras la corrida... ellos se encierran para fardarse, para vestir e interpretar de arriba abajo lo que les distingue como lo que son Forcados. Y se encierran, también, para rezar, para encomendarse a la protección divina, porque saben bien que se la juegan, que no es ninguna broma lo que están llamados a protagonizar en la arena, de la que a lo largo de la historia, desgraciadamente, algunos salieron muertos, otros gravemente heridos y más de uno absolutamente inválido.

Llamo la atención para las dos fotos que aparecen en la parte superior de este artículo. 

En una vemos : un barrete raído, viejo, deshecho casi, acompañado de un rosario; el forcado no quiere desprenderse del barrete y sustituirlo por uno nuevo. Y si no lo va a utilizar en la plaza, quiere que -al menos- le acompañe en todas las corridas, en todos los desplazamientos que haya de hacer... porque forma parte, junto a la fe que exterioriza a través del rosario, de su propia trayectoria vital.

En otra vemos -para el caso de este anónimo forcado dueño de esos objetos- esa especie de "capilla" móvil (así le llaman) al estilo de las que consigo llevan los toreros. Pero esta es especial : lleva cuatro rosarios, dos imágenes de la Virgen, una de ellas Nuestra Señora de Fátima; y con ellas tres estampitas de santos; pero... aún, tres impresos, tres recordatorios como los que se entregan -a quienes allí acuden- en los funerales de la gente que fallece. El forcado no quiere olvidarse de sus seres queridos que, desgraciadamente, ya no están en este mundo terrenal. Lleva consigo a esos tres fallecidos, a los que no olvida en los momentos trascendentes a través de los recordatorios impresos que nos ocupan. Y, probablemente, les pide a ellos que intercedan ante Dios para que todo salga bien en lo que va a acontecer en el ruedo de una plaza poco después...

Hoy, con las imágenes valiosas, que encierran tanto sentimiento, captadas por Ana Paula Antas, se completa aquella historia de Manuel, que os contaba, correspondiente a aquel sábado de verano, tan lejano en el tiempo, en el Sitio de Nazaré, a pocos pasos del acantilado y abismo, ante el que se detuvo milagrosamente el caballo que montaba Fernão Gonçalves Churrichão también llamado don Fuas de Roupinho, quien -al verse a las puertas de una posible muerte- invocó a la Virgen y Nuestra Señora hizo el milagro.

Todos estamos en este Mundo, en manos de Dios. Por mucho que ateos y modernillos pretendan imponernos sus teorías negacionistas, los que siempre hemos tenido fe, echamos mano de ella en muchos momentos de nuestras vidas. Así fue, así es y así seguirá siendo. 

Comprensible resulta, no era de esperar otra cosa, que el Forcado pida, suplique a Dios, antes de salir a la arena. Y comprensible es que esos momentos íntimos, esa mística del tiempo previo a la corrida, sea muy de respetar, no solo a los afamados toreros, también a los anónimos forcados, al fin y al cabo los grandes románticos, los grandes sacrificados de la Fiesta. 

¡Va por ellos precisamente, el recuerdo de mi amigo Manuel y estas fotos de Ana Paula!

EUGÉNIO EIROA

Fotos : ANA PAULA ANTAS