Grégory Boyer, autor de esta foto, explicaba en abril pasado, en la revista Aplausos, cómo el jovencísimo Marco lidió dos novillos -uno de e...
Tras lo sucedido ayer domingo en Lima, Perú, donde protagonizó dos excelentes faenas delante de dos crecidos becerros (uno de ellos de más altura que el aún niño, lo que le imposibilitó que entrase bien a matar), en el orbe taurino no se habla de otra cosa que de Marco Pérez, el llamado "niño prodigio del Toreo" que tras su gran presentación en público por todo lo alto, como sucedió ayer en Lima, empieza a recordar lo que fue el fenómeno de El Juli, también comenzando en el Toreo en serio desde muy temprana edad y teniendo que afincarse temporalmente en México porque en España le ponían ciertos problemas por enfrentar toretes estando aún en edad infantil.
Ayer domingo, en Lima, tal y como además vimos en la retransmisión del festival que ofrecía un canal en Facebook y que por recomendación nuestra pudieron seguir muchos de los amigos de la TRIBUNA da TAUROMAQUIA IBÉRICA, no fueron pocos los que pudieron ver a Marco en acción y todos coinciden en que estamos ante un caso excepcional, "ante un ser con unas cualidades innatas para el Torero y con un futuro muy esperanzador".
España, Francia y ahora América ya han descubierto al genio. En el caso de Francia, ya en 2017, la empresa de la plaza de toros de Arles, dentro del llamado Espacio Toro, organizó una serie de actos taurinos entre la que destacaba un tentadero con la presencia de Marco Pérez. Con su actuación, el niño salmantino provocó un gran alboroto y suscitó enorme curiosidad ante la facilidad con que toreaba pese a su corta edad y físico.
Mi sueño es poder ser, algún día, figura del toreo. El toreo es mi vida y me hace feliz. De todas las aficiones que tengo es la que más me llena desde que era bien pequeño, es mi vocación.
He terminado el curso de primero de la ESO. Me gusta leer, me divierte correr y jugar al fútbol. Disfruto jugando con mis amigos como cualquier niño de mi edad y en mis ratos libres también me gusta dibujar. Pero lo que siento al torear es único, no se puede describir, es muy especial. Por eso el toreo es mi pasión.
La Tauromaquia es mucho más que una manifestación artística. Para mí y para mis compañeros de la Escuela Taurina de Salamanca es un modo de vida, una manera de sentir, un sueño por el que crecer cada día trabajando muy duro y mejorando como profesionales y como personas.
En la Escuela de Tauromaquia nos enseñan los valores de la profesión como el respeto, la superación, el sacrificio y el amor que todos tenemos a ese animal tan único y tan bello como es el Toro Bravo, insignia de Salamanca.
Son muchos los niños que, como yo, disfrutamos yendo a las plazas de toros. Nos gusta la naturaleza y aprender las labores del campo de la mano de los ganaderos y mayorales que cuidan y crían a las reses bravas y también nos gusta ver al toro en la plaza desarrollar la bravura que le hace único y distinto a todos los animales. La Fiesta de los toros también es de los niños, de mis compañeros, de mis amigos. Aquí estoy hablando yo pero lo hago en representación de todos, para que se escuchen sus voces y en nombre de todos ellos pido respeto por nuestros sueños y nuestra afición. Por nuestras tradiciones y nuestra cultura.
Queremos seguir soñando, viviendo y disfrutando de la Tauromaquia.
Queremos seguir siendo felices y desarrollándonos en el mundo del toro sin complejos.
Queremos ser felices y, sobre todo, libres.
ENTRE TOREROS:
Y que ya lo es. Marco ya es torero. Mucho más torero de lo que le corresponde ser a un niño de su edad. Porque Marco encarna uno de esos casos únicos que el tiempo regala muy de vez en cuando. ¿Pudo ser Julián el último hasta ahora? Pudo serlo. ¿Y cuánto hace de aquello, 25 años? Más o menos, eso hace. Pues bien, el tiempo quiere ahora regalarnos a otro niño con un pedazo de torero dentro en el prodigio que es Marco. Las imágenes de su desparpajo natural, de su capacidad innata, de su torería nada impostada, de la impresión de felicidad y de sorpresa que causa en quienes le ven ya han dado la vuelta a muchos sitios. Alucinante. Deslumbrante. Revelador. Hermoso.
Pero, con todo, lo que más impresiona a Perera de Marco es que es un niño como corresponde a su edad. Un niño que gusta de jugar con niños (como con su hija Carmen), que habla de lo que hablan los niños entre niños, que hace lo que hacen los niños de su edad, que es, como todos los niños, introvertido y extrovertido a un tiempo, inocente, transparente y muy puro. Un niño que, cuando se viste de corto para torear -ya sea en el campo o en la plaza- se embute también la piel de torero con todo lo que ello representa. Y expresa seriedad para dejar salir el prodigio que lleva dentro. Y no juega, sino que torea. Y la sorpresa que deja no es la de la gracia, sino la de, otra vez, la seriedad por saberse quien le ve ante un caso único de ésos que el tiempo regala muy de vez en cuando.
Marco está mucho en Los Cansaos. Miguel Ángel le invita a menudo para que toree como torero y para que juegue como niño con su hija. Y Marco se ha ganado el afecto profundo y sincero de Miguel Ángel y de su familia por su forma de ser. Tan educado, tan niño. Le llevó como espejo para más niños el día de la visita de escolares de Badajoz a su casa para conocer cómo es el toro en el campo y cómo es el entorno de un torero. Y le mostró ante ellos como un pequeño gran héroe. Y los escolares, de la misma edad que Marco, vieron que un niño como ellos toreaba y ellos, como él, se pusieron a torear también. Y jugaron al toro. Sí, jugaron, pero al toro. Es el milagro y el mejor efecto, el mejor beneficio que Marco Pérez le deja ya a la profesión con la que sueña para su vida: ser motivador hacia la Tauromaquia para muchos niños más como él. Sin pretenderlo, simplemente, dejando salir de él lo que dentro lleva.
Marco estuvo cerca de Miguel Ángel Perera el día inolvidable de Algeciras. Y también ayer en Guijuelo, aprovechando que toreaba cerca de casa. Y Perera tuvo el gesto hermoso, espontáneo y sincero de brindarle su primer toro. Sacándolo al ruedo. Y se arrodilló para ponerse a su altura. Pero no sólo para eso, sino también para, públicamente, expresarle su admiración y su cariño. De un torero a un niño. De un torero a otro torero. Lo que le dijo, es patrimonio sólo de ellos, pero la mirada especial que ambos se cruzaron entretanto dice mucho. Imagínenselo... Y el abrazo... Un abrazo entre toreros. Ceremonioso, ritual, pero natural también. Impreso de la liturgia natural del toreo. Nada de poses. Puro caudal de admiración y de respeto. Un momento cargado de tantos, de todos los valores de la Tauromaquia. Ésa que ya mira a Marco Pérez igual de ilusionada que Miguel Ángel Perera por cuanto representa de vigencia y de futuro. Y así se lo expresó, a su altura, en un brindis en Guijuelo entre toreros."