TEMPORADA MEXICANA 2021. " La crisis hace que sea complicado importar figuras, así que... se la juegan con mexicanos". Por An...
TEMPORADA MEXICANA 2021.
"La crisis hace que sea complicado
importar figuras, así que... se la juegan
con mexicanos".
Por António Casanueva / Al Toro México.
Durante
casi 500 años se han celebrado corridas de toros en México. La
ganadería de reses bravas tuvo tal importancia desde el arribo de los
españoles al Nuevo Mundo que Hernán Cortés encomendó a su primo Juan Gutiérrez Altamirano las
tierras en el Valle de Toluca para que en 1528 formara Atenco, la
primera ganadería formal. La tauromaquia evolucionó en paralelo en
México y en España, con poco intercambio entre ambos países.
Y
así como en algunas regiones de la Península Ibérica surgieron formas
distintas de enfrentarse a los toros salvajes (por ejemplo, los
"matatoros" de Navarra), la sensibilidad, creatividad e idiosincrasia de
los mexicanos los hizo crear estilos propios.
Estas expresiones autóctonas alcanzaron su máximo nivel con Ponciano Díaz (1858-1897).
Destacó por su habilidad como charro, fue diestro con la reata y como
jinete, a tal punto que se hizo caballerango de la ganadería de Atenco. Es interesante anotar que la primera edición mexicana del tratado de la Tauromaquia de Pepe-Hillo, el editor Juan C. Aguilar le aumentó el uso de las suertes locales (la reata y el jaripeo) que entonces practicaba Ponciano Díaz.
El primer sincretismo entre las tauromaquias española y mexicana se dio con Bernardo Gaviño, un torero gaditano que llegó a México alrededor de 1835. Gaviño no sólo fue quien enseñó a Ponciano Díaz el
toreo a la usanza española, sino que estableció las jerarquías entre
los toreros mexicanos e instauró la ceremonia de la alternativa. La
primera se la otorgó precisamente a Ponciano Díaz en Puebla en abril de 1879.
A
partir de entonces, los toros en México se volvieron dependientes de
España. Se importaba ganado y acudían a México las principales figuras
peninsulares. De esta manera, actuaron en territorio nacional toreros
como Rafael Guerra "Guerrita", Rafael González "Machaquito" o Ricardo Torres "Bombita".
Rodolfo Gaona convirtió en bidireccional el influjo del conocimiento taurino: de España a América, pero también de México a España. El llamado "Indio Grande" no sólo alcanzó la cima del toreo, sino que se sostuvo en ella en tres períodos distintas. Primero, brillando por encima de Bombita y Machaquito; luego, en la Época de Oro, rivalizando con Gallito y Belmonte; y, finalmente, en México, como primera figura mundial, enfrentando y superando a Ignacio Sánchez Mejías y a Marcial Lalanda.
Entre 1930 y principios del 1936 hubo grandes triunfos de toreros mexicanos en ruedos españoles. El año de 1935 fue excepcional. Armilla encabezó el escalafón con 64 corridas, Garza toreó 43; El Soldado 29; Carnicerito de México 23 y Ricardo Torres, seis. A esta cifra hay que agregarle las novilladas del propio Ricardo Torres, Edmundo Zepeda, Eduardo Solórzano, El Indio, Julián Rodarte, El Vizcaíno y Silverio Pérez.
Para
evitar la competencia, los toreros españoles organizaron lo que se
conoció como "El boicot del miedo". Las consecuencias de dicho boicot
fueron desastrosas para los españoles e, irónicamente, favorables para
la tauromaquia mexicana. Poco tiempo después inició la guerra civil
española y los toreros peninsulares no pudieron venir a México donde
inició lo que se conoció como la Edad de Oro del toreo mexicano. Sin el
concurso de los españoles, México alcanzó su independencia y autonomía
taurina.
En
1944 se restableció la concordia entre México y España, pero no
perdimos nuestra independencia. Toros y toreros mexicanos siguieron
siendo el eje de la fiesta. Y si bien, toreros españoles como Manolete, Paco Camino y Pedro Gutiérrez Moya "El Niño de la Capea" fueron ídolos, siempre rivalizaron con las figuras nacionales del momento.
Fue hasta el retiro de Manolo Martínez y Eloy Cavazos cuando,
tristemente, México perdió su independencia taurina. Empresarios y
otros profesionales del mundillo taurino fueron seducidos por los
encantos de los diestros hispanos y les entregaron la Fiesta. Los
coletas peninsulares fueron exigiendo no sólo un toro comodito, sino una
Fiesta a modo que fue alejando a los aficionados de las plazas.
Los
toreros mexicanos fueron relegados a un segundo plano, disminuyeron las
novilladas y hasta en plazas de tercera se anunciaban toreros
españoles, la mayoría de ellos sin representar interés alguno para los
aficionados.
La
pandemia nos brinda la oportunidad de recuperar nuestra independencia.
La crisis hace que sea complicado importar figuras, así que algunas
empresas han anunciado que "se la juegan con mexicanos", lo que supone
una apuesta de futuro. Al tiempo, Isaac Fonseca está triunfando en España lo que hace recobrar la esperanza de que surja un torero nacional que, como Gaona, Armillita o Arruza, se vuelva figura en los dos lados del océano.