Es lo que digo yo: La polémica campaña de despedida de Enrique Ponce en México. Polémica, división de opiniones, sospechas de afeitado y una...
Es lo que digo yo: La polémica campaña de despedida de Enrique Ponce en México.
Polémica, división de opiniones, sospechas de afeitado y una marejada de comentarios en su mayoría negativos, es lo que ha producido hasta el momento la campaña de Enrique Ponce en México.
Por Luis Cuesta – De SOL y SOMBRA.
Foto : Juanelo.
Finalmente se cumplieron con mucha polémica los compromisos de Enrique Ponce de Juriquilla, Pachuca, San Luis Potosí, Aguascalientes e Irapuato. Hubo un momento en que pareció que la furia de los aficionados se iba a desbordar en Aguascalientes. Sólo pareció, claro. Porque si lo acontecido durante el pasado sábado en el aniversario de la Monumental sucede hace unos años, seguramente se hubiera armado una gran bronca en el tendido.
Del balance de sus pasados festejos habría que señalar los toros de aspecto anovillado con astas sospechosas de manipulación y sobre todo, toros de una invalidez desesperante. En Aguascalientes por ejemplo se quedaron con la flojedad y mansedumbre de un encierro terciado con muchos kilos de Teófilo Gómez.
Pero al parecer no todos estaban enfadados y no faltaron los que ante estos agravios justificaron al Maestro: ‘Qué lástima que le haya tocado ese lote pues venía con muchas ganas; y bueno, por lo menos puso voluntad’. Ante las críticas de algunos aficionados los periodistas de siempre defienden a ultranza los recientes acontecimientos, esos mismos que durante años nos han intentado convencer de que en México hay dos toreros a quienes el taurinismo debería de considerar intocables: Enrique Ponce y El Juli, uno ya en el retiro (al parecer temporalmente) y Ponce en su etapa final como matador de toros con 34 años del alternativa.
Pero el mito es más fuerte y el poncismo militante todo le tolera a su ídolo. Fantasean hasta el hartazgo con el pasado glorioso y aunque es cierto que en algunas ocasiones Ponce pone el alma en lo que hace, sus alternantes también lo hacen, con la diferencia de que a los nuestros los miramos con lupa -si retrasan la pierna, si templan, si meten el pico, si equivocan en los terrenos, si dan la distancia exacta, si se encorvan, si se enderezan, si ponen la mano arriba o abajo, bueno hasta si pestañean- mientras que a Ponce se le pasa todo.
Algo que no tenemos que olvidar es que cuando gran parte de las entradas están vendidas, la presión de la afición podrá siempre más que la figura y ninguna autoridad se atreverá a exponerse a un conflicto de orden público, aunque el autor intelectual del escándalo se apellide Ponce, Ortega o Roca Rey.
Pero las grandes broncas toreras parece que ya son cosa del pasado en estos tiempos modernos en donde impera más el triunfalismo, el torerismo y la orejitis que la pureza y la verdad. Y quiero aclarar que esta columna no trata de perjudicar al ídolo valenciano en su campaña de despedida en México, ni de ponerle trabas, pero las autoridades no pueden ni deben desconocer los antecedentes del diestro de Chiva y tienen la obligación estricta de vigilar muy de cerca la presencia e integridad física de las reses que se van a lidiar en sus próximos compromisos, especialmente en la Plaza México.
Si las cosas se hacen como es debido, no tendría porque haber problemas. Pero lamentablemente los problemas parece que llegan siempre que se anuncia a Enrique Ponce en alguna plaza de toros de nuestro país.
Es lo que digo yo.
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Finalmente : esta weblog de www.tribunadatauromaquia.com y su versión en PDF (en apariencia de revista-suplemento la versión en PDF de este site) son un todo. Todo está referenciado e insertado en esta web y a todo puede accederse a través de este site. No hay más que estar atentos a lo que se indica. Sobre esta web : haga click en las imágenes para verlas más grandes y también para leer mejor las capturas de pantalla que presentemos.
Finalmente se cumplieron con mucha polémica los compromisos de Enrique Ponce de Juriquilla, Pachuca, San Luis Potosí, Aguascalientes e Irapuato. Hubo un momento en que pareció que la furia de los aficionados se iba a desbordar en Aguascalientes. Sólo pareció, claro. Porque si lo acontecido durante el pasado sábado en el aniversario de la Monumental sucede hace unos años, seguramente se hubiera armado una gran bronca en el tendido.
Del balance de sus pasados festejos habría que señalar los toros de aspecto anovillado con astas sospechosas de manipulación y sobre todo, toros de una invalidez desesperante. En Aguascalientes por ejemplo se quedaron con la flojedad y mansedumbre de un encierro terciado con muchos kilos de Teófilo Gómez.
Pero al parecer no todos estaban enfadados y no faltaron los que ante estos agravios justificaron al Maestro: ‘Qué lástima que le haya tocado ese lote pues venía con muchas ganas; y bueno, por lo menos puso voluntad’. Ante las críticas de algunos aficionados los periodistas de siempre defienden a ultranza los recientes acontecimientos, esos mismos que durante años nos han intentado convencer de que en México hay dos toreros a quienes el taurinismo debería de considerar intocables: Enrique Ponce y El Juli, uno ya en el retiro (al parecer temporalmente) y Ponce en su etapa final como matador de toros con 34 años del alternativa.
Pero el mito es más fuerte y el poncismo militante todo le tolera a su ídolo. Fantasean hasta el hartazgo con el pasado glorioso y aunque es cierto que en algunas ocasiones Ponce pone el alma en lo que hace, sus alternantes también lo hacen, con la diferencia de que a los nuestros los miramos con lupa -si retrasan la pierna, si templan, si meten el pico, si equivocan en los terrenos, si dan la distancia exacta, si se encorvan, si se enderezan, si ponen la mano arriba o abajo, bueno hasta si pestañean- mientras que a Ponce se le pasa todo.
Algo que no tenemos que olvidar es que cuando gran parte de las entradas están vendidas, la presión de la afición podrá siempre más que la figura y ninguna autoridad se atreverá a exponerse a un conflicto de orden público, aunque el autor intelectual del escándalo se apellide Ponce, Ortega o Roca Rey.
Pero las grandes broncas toreras parece que ya son cosa del pasado en estos tiempos modernos en donde impera más el triunfalismo, el torerismo y la orejitis que la pureza y la verdad. Y quiero aclarar que esta columna no trata de perjudicar al ídolo valenciano en su campaña de despedida en México, ni de ponerle trabas, pero las autoridades no pueden ni deben desconocer los antecedentes del diestro de Chiva y tienen la obligación estricta de vigilar muy de cerca la presencia e integridad física de las reses que se van a lidiar en sus próximos compromisos, especialmente en la Plaza México.
Si las cosas se hacen como es debido, no tendría porque haber problemas. Pero lamentablemente los problemas parece que llegan siempre que se anuncia a Enrique Ponce en alguna plaza de toros de nuestro país.
Es lo que digo yo.
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