Sevilla - SAN MIGUEL ) Resucitó TALAVANTE y salió por la PUERTA del PRÍNCIPE
Talavante ha vuelto. Con fuerza. Con muchas palmas por sevillanas. Que arreciaron, que le llevaron finalmente a la gloria de la Puerta del Príncipe. Alejandro no se había ido... pero andaba en esto del toreo algunas veces un poco ido. Y se demostró con el también, que hasta el mejor escribano echa sus borrones. Y que ahora, en el final de temporada, va y resucita...
Plaza de toros de La Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primera corrida de la Feria de San Miguel 2024. Poco papel quedó por vender en taquilla, por tanto : público en la plaza cerca del lleno. Toros de Victoriano del Río.
• SEBASTIÁN CASTELLA, oreja y silencio • ALEJANDRO TALAVANTE, dos orejas y oreja • DANIEL LUQUE, oreja tras aviso y silencio.
Incidencias: Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo de los diestros Pepe Luis Vázquez y Paco Camino, fallecidos recientemente.
Le faltaba una oreja para que le abriesen la Puerta del Príncipe y por ella saliese... Talavante finalmente ha cortado la tercera y necesaria oreja sin la que no se puede salir por la Puerta que es más que la Grande, la Puerta del Príncipe. Tras una faena templada y medida llegó la tercera oreja, si bien terminada con una estocada algo caída que acabó con el quinto de la tarde.
Antes, el torero extremeño había cortado dos orejas al segundo toro de la tarde, un buen ejemplar de Victoriano del Río, al que hizo una faena con momentos muy altos y otros no tanto... como si fuese discontinua pero al fin y al cabo notable. El toro, 'Dalia', mereció que le diesen la vuelta al ruedo póstuma.
Una oreja de ley cortó el torero Daniel Luque en el tercero. Luque, sin embargo, no pudo hacer nada en el sexto que acabó resultando entre realmente peligroso y deslucido.
Por su parte, Sebastián Castella que había cortado una oreja en una faena entregada en su primero, prolongó demasiado su faena a un cuarto toro que poco o nada tenía para ofrecer, salvo defenderse, aquerenciarse y hasta dar algún tornillazo, todo que no merecía el esfuerzo de Castella que acabaó por matarlo con estocada un tanto trasera