Fue en la plaza de Nazaré el sábado pasado. Estaba muy ensimismado en una de sus dos faenas, el novillero portugués Tomás Bastos, quien tenía delante un toro que no le deba la gana de tragar los muletazos más que de dos en dos... de modo que pasó lo que la imagen refleja.
Tratando Tomás de sacar partido a aquel novillo-toro, vistas las dificultades que presentaba, optó por echar mano de los recursos que tiene bien aprendidos, como el toreo en redondo y los circulares... y obligando así al morlaco a entregarse, llegó Bastos a lo que vemos en la foto, a no pensar en nada, solamente en sacar partido al astado como fuere. Y se aplicó tanto el cuento que, en una de estas, tal y como vemos en la foto, se arrimó y abrazó tanto al toro, que el rabo del animal se coló y apareció entre las piernas del torero, de tal forma que -tal y como la imagen acredita- parecía como si fuere un rabo del torero y no lo que era : el propio rabo del toro, que en el circular que vemos, se introdujo entre las piernas del novillero... Este, probablemente, ni se enteró de la circunstancia; la cámara de Araújo Maceira, sin embargo, captó el curioso momento.