Palha (de verde) y Joao (de granate), los primos. Primos que no se hablan, lo que garantiza que puestos en un cartel, como en Vila Franca, resultan dos gallos de pelea. Esto es bueno para la Fiesta, no hay duda. Eso es lo que pasó en Vila Franca. Pero Palha no estuvo bien en uno de sus toros, donde, como se explica en reportaje aparte fue atropellado por el toro escandalosamente y encima el caballo salió de escena cojeando. 

Si las corridas en Portugal se valorasen por las vueltas que dan al ruedo los protagonistas, al final de cada faena, estábamos apañados y tendríamos un concepto erróneo de lo que realmente ha logrado hacer cada artista sobre la arena. La facilidad increíble, el relajo con que algunos directores de corrida sacan el pañuelo para autorizar la vuelta... pervierte, corrompe el asunto. Y la facilidad con que el artista se sube al coche, a la "boleia" que el pañuelo del director le ofrece... es el resto de la historia. Palha tenía que haberse negado a dar aquella vuelta al ruedo indigna. Una figura del Toreo a Caballo no puede hacer suyo el "aproveita que tudo é lucro". Hay que dar ejemplo de autocrítica...

Palha dio una vuelta al ruedo que jamás debería de haber dado. Sí fue correcta en el otro toro, donde la faena no tuvo borrones como el grande, muy grande, negativo, habido en la faena donde rodaron por los suelos cavaleiro y caballo... La tarde, así, por mucho que Palha haya puesto algún que otro ferro realmente muy importante y de gran calidad, fue claramente de Joaozinho Ribeiro Telles, que mostró que está en un tiempo de fabulosa madurez, ejecutando con tanta rotundidad y seguridad en si mismo las suertes que realmente impresiona. Sus caballos, en general, parecen deslizarse en la cara del toro con una precisión milimétrica, interpretan quiebros y driblings que ni el legendario George Best en un campo de fútbol en sus mejores tiempos... Alguna vez aislada, de tanta exhuberancia, João Ribeiro Telles Jr. y sus caballos se quedan fuera de cacho, abriéndose la reunión un poco, más por desconcierto del toro que ya no sabe por donde ir, que por mala ejecución por parte de cavaleiro y caballo. Pero si eso sucede, Joaozinho y su caballo dan un giro en décimas de segundo, vuelven atrás y... entonces ya, ajustando al máximo el compás y el riesgo, reúnen en un palmo de tierra con el toro y convierten el momento de clavar la farpa en una explosión de júbilo en las bancadas de la plaza. Así también fue en Vila Franca : un torero a caballo en una forma impresionante, una certeza, una seguridad en si mismo que se traduce y refleja en una conexión de primer orden con los caballos y una ejecución final y remate de las suertes de excelencia, conjugando velocidad con precisión como muy pocos toreros a caballo lo logran hacer ahora mismo.

En Vila Franca de Xira hubo un Palha que tuvo puntuales momentos muy buenos alternados con el escandaloso desajuste de la estrepitosa cogida. Y hubo un João Ribeiro Telles Jr. que con su Toreo dijo a su primo -aunque no se hablen- : con todo el respeto, porque eres un gran torero, no hay duda, pero a día de hoy, el que manda aquí soy yo...Y punto pelota.

Texto de EUGÉNIO EIROA - Fotos de ARAÚJO MACEIRA