Dias Gomes en Madrid : primer toro se fue apagando... segundo astado casi infumable

El ejemplar de Pedraza de Yeltes prometía; pero los toros nunca son moneda segura hasta que no transcurre toda la lidia. De este modo, no se puede decir que el astado no cumpliese en el tercio de varas. Estaba desarrollando cierta nobleza incluso en sus acciones, lo que se iba transformando en un buen inicio de faena. Pero... amigo mío, acabó por cantar la gallina, cuando el toro dio muestras de venirse abajo. El toro se iba a menos, en una faena digna a cargo de Dias Gomes que intentó dar plasticidad y envoltura a aquello, aprovechando que en lo que podía el animal seguía manteniendo su nobleza. Surgieron así como si fuesen hermosos carteles, algunos muletazos por naturales. Pero la ligazón, el empaque, la emoción en la faena, poco a poco se habían volatilizado, al ir a menos lo que el toro -apagándose- ofrecía.  Dej´ño Dias Gomes evidencia de los buenos conceptos que maneja, pero... con estocada caída pasaportó al morlaco. El público con fuertes palmas agradeció al torero su esfuerzo. Y a otra cosa.

El quinto toro de la tarde, era el último cartucho de Dias Gomes en Madrid, al menos en esta temporada, que se sepa. De salida, al público presente, gustó aquel ejemplar de Pedraza en excelente tipo. Pero de salida se dió un golpazo enorme contra un burladero. Y pese a lo fuerte del topetazo, aún aguantó, encelado y bravo, el encuentro con las plazas montadas. Por medio, una voltereta... a la salida de este, como cabía esperar ya, blandeó y el público, entonces, pidió que le diesen puerta...
Fue sustituído por un sobrero de Carmen Valiente. Este era un toro cinqueño, tal vez con más mili que Cascorro este burraco  que falto de fuerzas optó por mostrar trote cansino y hasta desinterés... Fue una mala sinfonía la del toro, desde intentar quedarse bajo de los vuelos del capote de Dias Gomes hasta pasar a defenderse -con ostensible falta de fuerzas- a la hora de tomar la muleta. Con ese material poco se podía hacer. El toro, como era de esperar, acabó incluso desarrollando peligro por un de los pitones, ante lo que a Dias Gomes, que solo pudo estar voluntarioso, optó por despacharlo finalmente sin posibilidad de lucirse, más allá de mostrar firmeza y tener bien atornillados sus pies en el suelo. A la hora de matar, más allá de la estocada, Dias Gomes necesitó del descabello.