Texto de MAGALY ZAPATA - Corresponsal en Perú, enviada especial. --------- Se cumplió la tercera de cinco tardes de toros en Celendín co...
---------
Se cumplió la tercera de cinco tardes de toros en Celendín con el triunfo del peruano Alfonso de Lima que cortó tres orejas a su lote y sus compañeros no tuvieron esa suerte, y nunca mejor dicho, no sólo por los trofeos sino y principalmente por la suerte echada cada mañana en el sorteo de los lotes de toros. Alfonso se lo llevó sin atenuantes. Paco Ramos, que como Alfonso toreó dos, no tuvo opciones, tampoco Rocío Morelli con el único que toreó. Por eso, tardes en las que unos cuentan con más ‘balas’ que otros, me parecen injustas. Pero sigamos.
Ya me entiendes que el español y la colombiana se fueron de vacío, pero como es menester matizar, diré que a Rocío le tocó pechar con el más difícil y peligroso, desarrolló sentido por el izquierdo pero es paso obligado destacar que en ningún momento volvió la cara. Lanceó con el capote hacia los medios y quizás le faltaría una receta mayor en varas porque el San Simón se emplazó en los medios y cuando se movía puso en jaque a todos los profesionales. Complicado resultó el tercio de banderillas. Mérito hubo cuando le dejaron los palos. En muleta tras tantear por abajo decidió Morelli empezar por la zurda. Breve fue. Se vencía. Y estaba en terrenos de tercios. Con la derecho no mejoró mucho el asunto. Pero el no dejarse topar el engaño fue vital para que en algo dejara ver su toreo y su empeño. Avanzó la faena y aunque sabía del peligro volvió a la zurda. El peligro se hizo más evidente, una tanda más y a cambiar espada. Imposible entrar, el toro no se entregó nunca y acaso cuestión de fuerza o maña, la espada no entraba. Reiterados intentos y también con el descabello aterrizaron en los indeseados tres avisos. Injusto final para quien se puso con verdad y sin trampas ante el peligro pero así es esto.
Paco Ramos tampoco tuvo lote. El primero de Campo Bravo, sus hechuras decían lo que fue, malo sin paliativos. No hubo manera de echarle mano. Abrevió. Su segundo de San Pedro, mejor hecho y más armónico tampoco tuvo contenido, se fue a tablas y aunque Ramos intentó sacarlo a los medios, no se entregó por tanto no surgió el toreo. Destacar que cumplió cabalmente su rol de director de lidia en el tercero.
Y es que Alfonso de Lima tuvo los astros alineados sin duda y el Nazareno lo acompañó al sortear su lote. Dos de dos. El segundo de Campo Bravo, terciado y opuesto en hechuras al primero, bajo y armónico, descolgado quiso y embistió y le permitió lances a pies juntos, chicuelina y remate a una mano. No se le apretó en varas y se movió en la muleta. Lo recibió de rodillas en los medios y ligó por bajo los derechazos. Otros más muy templados y con desmayo puesto en pie. Arrestos. Temple y suavidad imprimió Alfonso más y mejor por derecha que del otro lado. La gente con él pero sin ess gran explosión de emociones, desde que llegué sentía un ambiente raro, finalmente tras dejar la espada desprendida el público quiso premio doble y el juez accedió. Si me preguntas, diría que una no dos. Ya tenía la salida a hombros asegurada.
Y llegó el quinto y no fue malo. Hasta hoy ese San Pedro ha sido el mejor construido, armónico, bonito y que se entregó en galopes de toro serio, con cuajo. Se fue al sector de sol y allí lanceó por verónicas con gusto y compás. El toro tuvo ritmo en su embestida. Buena vara a pesar de protestas y latas arrojadas que no deben permitirse. No picar un bravo es irrespetar su especie, señores!
Alfonso en los medios (atento: ruedo de 90 metros diámetro) y un toro que de tablas se arranca embistiendo a galope como tren de sierra en bajada, impávido el limeño como un poste lo recibe en una chicuelina que no repitió porque el subalterno que guardaba al picador lo distrajo. Si esa suerte se repetía era de lío gordo. Finalmente el quite fue por tafalleras de buena ejecución pero que no se sentía el eco en los palcos, faltaba vibración. Tras las banderillas que tampoco fluyeron llegó la muleta y Alfonso nos regaló temple y donosura para mover la tela imantada al hocico y ligar en un palmo los muletazos con gusto y gustándose. Ay. Se me dio por pensar que sería de Acho si sucediera un cartel con Alfonso o Juan Carlos y Roca Rey con algún extranjero… ¿por qué no? Los que se fajan todo el año aquí bien merecen el premio de estar en Acho. A lo nuestro porque Alfonso estuvo bien, asentado, encajado, templado. Faena justa en su medida y eso es importante. Ejecutó la suerte suprema a cabalidad y aunque la espada no entró en el exacto hoyo el público solicitó premio y otra oreja paseó rodeado de aficionados por el anillo sevillano de Celendin para después en volandas, con su seda nazarena en los hombros y la imagen del Cristo de Pachacamilla en su espalda, a capote abierto, cruzar el umbral de palos arropado por la algarabia de los ‘shilicos’ que lo tienen como propio.
Si tú me preguntas si disfrutaron, te digo que si. Si me preguntas que no surgió la mágica explosión de emociones en cada muletazo, te digo que no. Y es que así se presintió y presentó la tarde. Fría, de clima y almas, enrarecida. Si me dices que podría haber sido algún efecto previo a la luna llena de esturión de hoy, quizás, no lo sé. Ahí lo dejo. Y aunque mañana se repite el cartel con el añadido del rejoneador Ruiz, el deseo es que la Virgen del Carmelo reparta suerte y triunfo para todos.