Ya pasó la cita anual con Barrancos, ya. En un plis-plás nos ponemos en Otoño y... recordamos del Verano taurino, a los barranqueños y a su...
Ya pasó la cita anual con Barrancos, ya.
En un plis-plás nos ponemos en Otoño y... recordamos del Verano taurino, a los barranqueños y a sus hermanos de Encinasola, metidos en aquel tourbillón indescriptible de sus fiestas tan inigualables, tan de ellos, los de allí, pero también tan de todos los que allí estuvimos, en sus fiestas de agosto, más de una vez.
Ya pasó la cita anual con Barrancos, ya.
El Tiempo pasa volando. La Vida se va en un soplo. Mientras tengamos Vida, soñemos, cada año, con estar presentes, si es que físicamente al final no pudiésemos hacerlo.
O vivirlo, o soñarlo; algo que solo estará realmente al alcance de quienes, al menos una vez, pusieron allí sus pies, cuando Agosto agoniza.
Ya pasó la cita anual con Barrancos, ya. Ya viene el Otoño...
Es algo tan único, tan inexplicable en palabras, que -mejor- o lo vives o lo sueñas cada año. Pero antes, al menos una vez en la Vida, deberías de ir hasta allá, a la "raia" más "raia" de todas las "raias" y... conocerlo. Conocerlo y sentirlo. Porque Barrancos es y será, siempre, todo un sentimiento muy profundo, muy difícil de explicar. O se siente, o no se siente...