En hombros

Saliendo por la Puerta del Príncipe

Clamorosa vuelta al ruedo en hombros

Camino de la Puerta del Príncipe

Se echó el sexto de Núñez del Cuvillo tras el estoconazo de Roca Rey. Era un toro de comportamiento dispar. Por momentos deslucido, por momentos complicado... salió suelto, tiraba a la mansedumbre y... acabó siendo toro de puerta grande-grande, de Puerta del Príncipe en esta Sevilla eterna, única, de la Feria de Abril, de la Real Maestranza.

Hay toreros que marcan una época. Morante es uno de ellos. Pero el otro es Roca Rey. Este toro de viernes y final de corrida, a otros toreros no le serviría. A Roca Rey, sí. Tenía una oreja de su primero en el esportón. Y salió Roca en el sexto a romper, a ir a por todas, a acabar logrando lo que soñaba : la Puerta del Príncipe que otras veces le negaron. Y aún parecía que el Presidente de turno también hoy tímidamente se la negaba. Pero habría sido un escándalo; de hecho la bronca -tras conceder una primera oreja el Palco- comenzó a instalarse en la plaza. El inteligente optó por sacar el segundo pañuelo, dos orejas, que unidas a la del tercer toro de la tarde, suponía abrir la Puerta del Príncipe.

Fue una exhibición de poderío, de raza, de fuerza, de técnica, de riesgo también, porque aquella serie de rodillas, reiterados pases, también por detrás, hincado en la arena... fue rotunda, expresiva y enorme; fue un aviso de Andrés al público de que no iba a perdonar nada, de que iba a darlo todo.

El toro por momentos era complicado, hasta daba cabezazos. Para otros toreros, no les habría servido, no les habría dado el juego apetecido. Roca Rey vio que tenía que someterlo y lo sometió. Le costaba tragar los pases al morlaco. Pero Andrés insistía, con fijeza, con obsesión en su mente por lograr en Sevilla lo que llevaba tiempo soñando y le habían negado desde un rigor extremo e injustificado casi. Pero esta vez no iba a ser así : plantó cara el torero al toro, hizo entender al astado que allí solo mandaba el diestro. Y aunque el viento, que de vez en cuando levantaba los vuelos de la muleta, tampoco ayudaba nada, Roca Rey estaba dispuesto a todo con tal de poder llegar en condiciones de optar, a la hora de la verdad, al momento de despachar al toro.

Sacó realmente petróleo de donde había muy poco. Construyó una faena que acabó por tapar los vicios del animal. Imbuyó en el morlaco la idea de la obediencia forzada; forzada desde el empeño, la tenacidad y la clase de saber estar, de saber arrastrar tras la pañosa al toro, aunque a regañadientes este, llevándolo así a los terrenos de lo posible. Y ahí, con el toro entregado, sometido pase a pase, segundo a segundo, Andrés Roca Rey buscó el final de faena, no sin antes haber medido a la perfección los tiempos; ni un pase más, ni un pase menos. El toro estaba dominado, estaba visto, estaba entregado a la maestría del torero, que había convencido a aquel astado de que no había otra salida, que la de colaborar -aunque no fuese ninguna joya de toro- y aceptar plenamente el gran triunfo del torero. 
Hizo lo que otros no harían. Hizo lo que solo una gran figura del Toreo, un verdadero mandamás en la Fiesta, podía hacer. Construir casi desde la nada una faena, digna, emotiva, brillante por momentos, ajustada y perfilada de menos a más, culminada con una estocada en toda regla, que derrumbó al toro, pero también derrumbó cualquier reticencia en el Palco Presidencial... 
El público, esta vez, había sido rotundo : ¡es faena de dos!, era el casi unánime comentario. Y aunque el inteligencia disimuló inicialmente, sacó el segundo pañuelo a poco que comenzó a subir de tono la "música de viento".
Roca Rey, "Puerta del Príncipe" en Sevilla. Por algo es un número 1. Volvió a demostrarlo. En Sevilla también...

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tribuna da tauromaquia 
by EUGÉNIO EIROA
Fotografia : Retransmisión televisiva
Recuerde : imágenes a mayor tamaño si hace click sobre ellas).
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Perfilado y convencido de que iba a abrir la "Puerta del Príncipe"

Estocada de libro. Hasta la empuñadura. Roca es el Rey