by Jesús López Garañeda, Federación Taurina de Valladolid.


Llamar a la policía porque un chaval se halla en Vadillos toreando de salón es una muestra más de la intransigencia, inquina y feroz desprecio que tienen algunas personas contra el toreo, los toros y todo lo que ello representa.

¿Qué daño hace a nadie el que un muchacho con una muleta dé pases y toree de salón en una zona pública, qué dolor produce a la persona intransigente que llama a la policía para recriminarle?. Una vergüenza profunda más que nada por la falta de libertad, por ese poso de dictadura que anida en algunas mentes malsanas y llenas de odio. Y lo cierto es que acudió allí la policía a la llamada de la persona que debería hacer ahora frente al pago del desplazamiento de los agentes, de los gastos ocasionados y del daño moral hecho.

Más de uno puede preguntarse si ya ha desaparecido también la libertad de la ciudad de Valladolid. Evidentemente lo está haciendo a pasos agigantados por la intolerancia pues aquí ni se produce alteración de orden público ni molestia a los ciudadanos. Tan solo molesta a ese enervado o enervada llamador de la policía porque el muchacho estaba alterando el orden público. Más le valdría al personaje en cuestión elevar su grito por el despilfarro del dinero público en mariscadas, prostitución y cocaína y no por ver el toreo de salón en una zona pública de la ciudad. Es la paradoja de nuestro tiempo convulso y loco donde personas reciben de otras repudio y rechazo en lugar de comprensión.

Con una respuesta ágil y merecedora de aplauso, la empresa TAUROEMOCIÓN ha puesto el coso del Paseo de Zorrilla a disposición del joven aficionado, Eduardo Benito, para que practique en su interior el toreo tanto a él como a cuantos deseen torear de salón.

Fotos: FERMÍN Rodríguez y Pablo Alonso/Archivo Federación

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