El día en que Diego cumplió la promesa hecha en Mexico al fracturarse una pierna

ARRANCÓ LA CAMPAÑA DE SUS "25 AÑOS DE ALTERNATIVA"


Dijo que torearía cojo, con unas tablillas sujetando su pierna, pero que torearía y no se perdería la cita de Olivenza. Y no se la perdió. San Pedro le hizo caso y mandó parar la lluvia por la mañana, para que aquella corrida mixta pudiese darse. Y Diego, Ventura, claro, acabó saliendo en hombros, con la pierna entablillada, pero en hombros, como puede verse en las fotos.
Fuimos hasta Olivenza, Olivença como dicen los portugueses que la siguen creyendo suya; Olivenza como dicen los extremeños que llevan años y años ya, allí metidos... En una Europa unida, entrar ahora en discusiones bizantinas, a estas alturas, poco sentido tiene. Lo importante es que en Olivenza hay una bonita plaza de toros, a la que cada mes de marzo acuden españoles y portugueses dispuestos a ver buen toreo. Unas veces llueve, otras no llueve, otras hace un sol radiante... la Feria taurina deja en Olivenza mucho dinero cada año y pone a la población en el mapa. 
Allá fuimos, para ver un hecho sino insólito, sí nada frecuente, ver torear, subido en un caballo y cojo... Diego Ventura lo había prometido cuando en México se fracturó el peroné; dijo que no se perdería Olivenza. Y cumplió con lo prometido... Las fotos que siguen dan fe de que así fue.


Una oreja cortó de su buen primer toro de María Guiomar, muy colaborador, tras una faena vibrante y siempre en tono creciente que comenzó de salida con Generoso. Pero fue nada más salir Nazarí al ruedo que la obra empezó a cobrar visos de importancia de la buena por el mágico sentido del temple de este caballo, tan importante en la vida de Diego en buena parte de estos veinticinco años de carrera artística. En plena forma Nazarí, embelesó la nobleza del astado para completar hasta dos vueltas al ruedo con la embestida cosida a milímetros del estribo del jinete. Sin un solo tirón, con un impecable sentido del ritmo, como si se tratara de una deslumbrante coreografía ensayada. Y no solo fue en el toreo de costado, sino también en cada batida al clavar para hacer de cada encuentro un lance de suavidad infinita. Disparó Ventura a continuación los registros de la emoción de su composición con Lío, en quiebros siempre tan al límite de todo: de apurar los tiempos, las distancias, los embroques, tan de poner a prueba la precisión de su doma y de su compenetración con los caballos. Que lleva meses -los que ha pasado en México- sin montarlos y con los que apenas ha podido tener algún contacto mínimo estos días con ellos dada su merma física. Nada de eso se notó para que cada quiebro con Lío, jugando con los terrenos y las querencias de su oponente, para que fueran como destellos maravillosos del toreo más emocionante. El cierre con Guadiana tuvo la continuidad exacta. Muy ligadas las cortas al violín antes de la rosa final. Cobró un rejón que precisó, no obstante, del descabello. Lo hizo Diego Ventura desde el caballo, ya que no podía echar pie a tierra, y también ahí y así demostró su maestría.







El segundo toro de Ventura, también de Cortes de Moura, sirvió menos. Tuvo menos celo y, por tanto, menor colaboración, pero no por ello dejó el rejoneador cigarrero de extraerle todo el jugo gracias a una lidia total y muy inteligente. Con Nómada tuvo la capacidad otra vez del temple que nunca falla. Porque empapó al toro de caballo, se lo dejó llegar mucho para traérselo muy toreado y ahí, manteniendo esa distancia, lo condujo por todo el anillo en una vuelta completa. Mucho más de lo que cabía esperar nada más ver en el primer tercio la condición renuente del burel. Cada vez más a menos, de nuevo lo cuajó Diego con Lío al clavar al quiebro a partir de la misma clave técnica: llegarle muy a la cara para luego hacer la suerte en un palmo de terreno y siempre en la querencia del animal. En esa misma cercanía dejó tres cortas al violín y dos rosas para ponerle el broche a una faena de entrega sin condiciones. Pinchó antes de medio rejón y se alzó con su segunda oreja de la mañana. 
El esfuerzo físico mereció, pues, la pena. Su compromiso indudable con Olivenza y con su objetivo de hacer de ésta la temporada tan especial que merecen sus bodas de plata en el Toreo.







Diego Antonio Espíritu Santo Ventura es hijo del cavaleiro portugués João Ventura. Diego ha pasado a convertirse en auténtica e importantísima primera figura del Toreo a Caballo. Nacido en Portugal y con ascendencia lusitana, siempre vivió en Andalucía, por lo que viste el traje campero y no usa la vestimenta a la federica. Toreó por primera vez en público en Churriana en 1998. Ese año mismo año tomó la alternativa el 13 de septiembre en Utiel (Valencia), siendo su padre el padrino y Francisco Benito y Sergio Galán los testigos. Lidió aquel día reses de El Campillo.
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tribuna da tauromaquia 
by ROSALEA RYAN y Documentación/Archivo 
Fotografia : ROSALEA RYAN
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