Por Jesús López Garañeda, Federación Taurina de Valladolid.

El próximo 24 de noviembre se debate en la Asamblea Nacional de Francia una propuesta antitaurina de un diputado de la extrema izquierda, Aymeric Caron, vegano militante, animalista y adepto declarado de la ideología antiespecista que pide, en nombre de los suyos, la abolición de la Tauromaquia en el país vecino.

La Francia taurina se ha puesto a la defensiva y está recadando adeptos y apoyos para contestar esta nueva manera de considerar un escándalo cualquier iniciativa que los hombres tomen en relación con los animales no humanos. Algo así como los vecinos no humanos de perros y gatos reconocidos en la localidad vallisoletana de Trigueros del Valle.

La Tauromaquia fue inscrita en 2011 en el inventario del patrimonio cultural inmaterial de Francia, que en el campo legislativo sólo se beneficia de una excepción cultural refrendada por una decisión del Consejo Constitucional en 2012. Esta excepción cultural fue conseguida en 1951 para calmar los ánimos de los aficionados enfebrecidos por las prohibiciones gubernamentales de la Tercera República.

En Francia hay más partidarios de la tauromaquia por las regiones del Midi, con todas las etiquetas políticas, y más adversarios o indiferentes en el norte. La voz del Gobierno será expresada por el ministro de Justicia, el abogado Dupont-Moretti, aficionado empedernido quien pronunció un pregón muy elocuente en la Feria de Nîmes. Ya veremos a ver ahora en la Asamblea Francesa cómo caza la perrina.

Los 56 alcaldes de las ciudades taurinas, en unión con el Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas, amén de un manifiesto firmado por intelectuales y artistas de renombre, han dirigido a todos los diputados un memorándum de defensa de la Tauromaquia.

André Viard, el torero y escritor francés, es quien está al frente con un equipo dedicado a mostrar lo que todos sabemos pero que por aquí solemos mostrar con recelo y a escondidas, sin demasiada decisión: Los toros son un ritual que une a las generaciones y mantiene la comunicación del mundo rural con el mundo urbano, sin duda ninguna.

Cómo han cambiado los tiempos cuando parecía que la fiesta de toros, al menos en España, era apoyada fervientemente por políticos enclavados en la izquierda y que ahora la tortilla ha sido dada la vuelta en la sartén del tiempo. Los de izquierdas que mandan odian los toros y los de derechas los protegen, salvo honrosas excepciones. En fin, así están las cosas, como la Fiesta, en una incertidumbre más que real.