Por Jesús López Garañeda, Federación Taurina de Valladolid.
Fotos: PABLO ALONSO y FERMÍN Rodríguez.




Ya está mayo florido a las puertas del calendario un año más y en él una conmemoración santera, singular, propia de Valladolid, del Abrojo lagunero y de la Aguilera arandina en la que un fraile francisco sencillo amansó la fuerza de un toro bravo desmandado por esos campos de pan llevar. «San Pedro Regalado, de la Aguilera, préstame tu sombrerillo que el sol me quema» cantaban los hortelanos de mi pueblo el día de esta efeméride y los toreros de Valladolid llevaban a bendecir sus trastos al Santuario en costumbre casi perdida hoy como tantas y tantas que pasan a engrosar la lista y caen en el pozo airón del tiempo que todo lo acaba y todo lo termina.

Pero hoy su jornada es día de celebración. Es momento de toros en Valladolid y es un aspecto grande y emotivo a tener en cuenta en el calendario torero de nuestra tierra. Y por ello, la empresa de Antonio García Jiménez, al frente de un equipo en el que Jorge Manrique es la cabeza visible de su gerencia y Pablo Alonso director de la Plaza, traen a este escaparate dos formidables y atractivas corridas de toros que conmemoran la grandeza, la singularidad, el apoyo decidido a la Tauromaquia y a su enganchado espectáculo entre tantos y tantos aficionados como siguen apostando por este juego eterno del hombre con el toro.

A tal fin, los entrepaños de la más que centenaria Plaza de toros de Valladolid en el paseo de Zorrilla recuerdan en los cartelones impresos las corridas que se celebrarán, con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide, los días 14 y 15 de mayo a partir de las 7 de la tarde, en la que se lidiarán toros de María Guiomar Cortés y Garcigrande y de los Hermanos García Jiménez para Diego Ventura, El Juli y Manzanares y Morante de la Puebla, Andrés Roca Rey y Tomás Rufo.

Someter a un toro a cuerpo gentil, como hizo San Pedro Regalado para la historia de Valladolid solo lo tiene como icono una ciudad, la del Pisuerga, con el orgullo y grandeza de hazaña de héroes de tantos y tantos como quiebran, burlan, lancean, paran, templan y mandan al toro bravo cada temporada en calles, plazas y campos, sin importar el riesgo.

Y ahora, en mayo, cuando aprieta la calor, los trigos encañan y están los campos en flor, llega San Pedro Regalado a Valladolid para hacer de la fiesta de toros el símbolo más importante y destacado de una época de ayer engarzada íntimamente y respetada con los nuevos tiempos actuales, donde hay cabida. Una fiesta de luz y color que fue, que es y seguirá siendo centro de atención de primer orden para una ciudad taurina como Valladolid.

¡Viva San Pedro Regalado, patrón de los toreros…y de Valladolid!