Por Jesús López Garañeda / Federación taurina de Valladolid

Foto : Juan Fermín Rodríguez.


En el recorrido de la que se llama impropiamente «mini feria» de San Pedro Regalado en Valladolid con la puesta en escena de dos corridas de toros y un concurso de cortes, el análisis tras la respuesta del público al acontecimiento taurino es merecedor de aportar por obligación, apoyo y respeto unas consideraciones que aunque caigan en saco roto, sin embargo por el amor desinteresado que mueve nuestra actividad hacia la fiesta de los toros debe quedar negro sobre blanco.

Las empresas que acuden a gerenciar, ordenar y ofrecer carteles de toros siempre tratan de buscar lo más adecuado para ellas mismas, pues las mercantiles se hacen no para entretener, gratis et amore, a las gentes sino para ganar su merecido pecunio ni tampoco para perder capital. Ellas son el principal pilar para que todo el edificio siga manteniéndose en pie, aunque aparentemente en ocasiones lo veamos resquebrajarse a ojos vista.

Los profesionales que intervienen directamente en el espectáculo, palabra más que impropia pero que se ha pegado como lapa en la realidad que desarrolla la fiesta de toros, están cada vez menos comprometidos con su raíz y esencia fundamental y más con aparecer en su ego soberbio como los primeros ante todo, sonrientes, felices de apariencia y con facundia exagerada. De manera que en  ocasiones cumplir y mentir es objetivo primordial. Algo así como se decía de los funcionarios públicos de la Administración: Resistir y justificar.

Y vamos a bajar a los aspectos concretos para el análisis de una plaza de toros, la queridísima de Valladolid, en esta pasada feria de San Pedro Regalado con las deficiencias que deberían ser corregidas urgentemente.

1.-Los precios de las Entradas: Todos hemos oído casi siempre que los precios de las entradas de los toros son caras, como lo son las del fútbol y otros espectáculos. Los toros cuando son gratis y los Ayuntamientos y Entidades se encargan de financiar los encierros, las probadillas y los llamados toros corridos, en los pueblos ni se cabe. Una muchedumbre incontable se acerca a la localidad por pequeña que sea y abarrota los lugares, de forma que cualquier resquicio, talanquera, balcón, sitio está ocupado por gente de todas las edades, pero fundamentalmente joven y moza que explota en alegría, consumo rápido y risas.

Ah! que me estoy refiriendo a los precios de las entradas, sobre todo en  época de crisis galopante en donde muchas familias y personas a las que gustaría asistir a una plaza de toros no pueden hacerlo por el elevado precio del billete de acceso. Este año los precios de las entradas de Valladolid han sido publicados para conocimiento de sus compradores y aunque una barrera de sombra en Sevilla se ofrezca por bastante menos cantidad que otra en Valladolid, hay que pensar que no es lo mismo el serial de Sevilla o el de Madrid, mucho más largo y de superior categoría que el de nuestra ciudad.

Pero no todos podemos ir a la barrera de sombra, sino que el graderío de sol sí tiene cierta posibilidad de adquisición para casi todos los bolsillos. De manera que la conclusión es más que evidente: No es esta, la del precio de las localidades, en donde se incluyen los gastos diversos que las mercantiles deben afrontar, la causa principal por la que los tendidos no se llenan.

2.-Los profesionales taurinos: Los toreros, como cualquier profesión vocacional de riesgo y ventura, son seres humanos, personas dotadas de emoción, sentimiento y calidad que todos los días y a todas las horas no pueden estar en la cima de lo excelente. Bajones por diversas causas, atravesar momentos difíciles familiares hace oscilar sus personalidades y en consecuencia su actuación valerosa y artística para superar las dificultades de ahormar y mandar en la fuerza bruta de un animal bravo, puede verse mermada un día u otro. Ellos actúan y son compensados en virtud de un contrato aceptado por las partes y por el precio de la fama.

Es verdad que en la liquidación suele darse la paradoja que se llama vulgarmente «El tío Paco con la rebaja» y la cantidad que se entrega es la de «a convenir» o la de «los mínimos», pues el empresario le pone ante sus ojos que no ha habido la respuesta seguidora de público en el tendido que se preveía por su tirón de fama y anhelo. Y si en este caso, no hay una empresa como las audiovisuales que abonan ciertos gastos de retransmisión  en donde además entran luego los derechos de imagen de cuantos intervienen en la lidia, el fiasco económico puede ser antológico, de primer orden.

3.-Los aficionados taurinos: Estos son especie en vías de extinción. Hemos oído decir que los «aficionados de Valladolid, como los de otros sitios, todos juntos caben en un autobús». Las innumerables peñas y sociedades taurinas de la ciudad del Pisuerga han perdido totalmente su presencia. Ya no queda casi ni una, tan solo el cada vez más pequeño resquicio de la Federación taurina vallisoletana, con el predicamento que tuvo en su día la llamada Afición Artística vallisoletana que disponía además de un emporio en donde la Tauromaquia era la religión imperante. Solo aficionados colaboradores con la causa, esporádicos, pero que ya están en vías de extinción porque no están de moda las agrupaciones taurinas, al haber perdido su visión, sus actividades, su razón de ser y ser sustituidas por otros intereses.

4.-La presentación de las reses: La parte importante del espectáculo taurino es la ganadera. La presentación, el trapío, el cuajo y el fenotipo de los toros debería ser mejor valorado y estar en consonancia con la tradición, el respeto y la actividad de una plaza como la de Valladolid. La categoría de una plaza se mide por la intensidad de su ofrecimiento en el que se barajan muchas cartas de distintos palos que es preciso conjuntar sabiamente para que la presentación del guiso en el plato del redondel sea motivo de agrado, atracción y haga volver al espectador a sentirse emocionado con lo que se le ofrece y al menos sea con el menor engaño posible, sin fraude, otorgándosele un espectáculo vocacional completo.

5.-Conclusión: Algo estamos haciendo mal todos para que unos carteles como los de este año en San Pedro Regalado no hayan tenido la respuesta de público y se vean grandes huecos en el tendido, quedando mucho papel por vender. Buena propaganda, mejor divulgación y sin embargo los claros en el graderío denotan que se está fallando y promoviendo cada vez más un acuciante deterioro de lo que fue en toro tiempo una plaza considerada, respetada, apreciada y amada por la fiesta de toros.

Por eso es más que urgente el propósito de enmienda, ni más ni menos que tener voluntad de no repetir nuestros errores.

Y el que más sepa, que más diga.