São Manços, Corrida de Toiros, 17/04/2022 / Homenagem a Joaquim Azeda.



Treinta y cinco años de alternativa dan para acumular mucha experiencia. La suficiente para saber en qué momento hay que pedir al caballo, exigirle que ponga cascos en polvorosa para salir del momento de máxima emoción, después de haber consentido al toro, momento sublime que se está viviendo... Son décimas de segundo, las suficientes para evitar la cogida, el impacto, el que la montura sea alcanzada y el toque -más o menos fuerte- desluzca la faena. 

Pero treinta y cinco años de alternativa dan para acumular sabiduría en el manejo del caballo, en el pisar los terrenos del toro al límite, sin que ello suponga el fracaso y sí el reino de la emoción, al máximo, al límite, al filo de lo imposible... Eso es lo que hace Rouxinol en la magnífica foto de José Canhoto, quien tiene acreditado hace tiempo que torea fotografiando. 

Es una foto que  dice mucho, con el toro imponente -no hay más que ver sus cuartos traseros- echando la cabeza arriba, colocándola muy cerca del rostro de Luis Rouxinol, en el momento en que el torero, quien sabe si provocando al morlaco, echa su cabeza abajo, como desafiante, como diciéndole al toro un ahora vas a saber quien manda aquí. Y es ahí, justo ahí, el momento en que el cavaleiro da el oportuno toque, la oportuna orden a su montura, para que ésta -en décimas de segundo- inicie la salida de la fantástica reunión. 

Momentos así son los que hacen grande el toreo a caballo. Momentos así son los que han hecho grande la enorme trayectoria de 35 años protagonizada por Luis Rouxinol. Momentos así son los que hacen afición. Y José Canhoto estaba allí, para captarlo.