Las noticias que llegan de lo sucedido esta mañana de Sábado Santo, en Serpa, con el sorteo de los toros para el festival a celebrar por la tarde, son preocupantes.

Sin embargo, son la traducción de una falta de respeto por el público a la hora de anunciar un espectàculo, en el que -se supone- todos los toros deberían de ser sorteados, en igualdad de condiciones, entre los intervinientes. Es algo que de toda la Vida siempre fue así, aunque también sea cierto que en excepcionales condiciones se ha burlado el acto del sorteo, con artimañas como que aquel cavaleiro anunciado torea este festival porque trae ya bajo el sobaco el toro de casa, de una ganadería propia, de otra de un amigo o familiar, de un tercero que dona el torete para el festival a cambio de que se anuncie en el cartel a fulano, citrano o mengano... y sea este quien toree precisamente ese morlaco.

Por tanto : no hay que escandalizarse más de la cuenta. Pero sí hay que tomar medidas y acabar con esto de una vez y por todas. No se puede tolerar que no haya sorteo, o que este sea viciado en parte, o totalmente... haya o no acuerdo entre toreros. Hay que acabar ya, de una vez y por todas con el pasteleo, la geringonça que a veces aflora en la Tauromaquia, como ha sido el caso de Serpa.

Si un ganadero decide donar un novillo para un festival, acéptese eso, pero jamàs que ello derive en determinadas condiciones que puedan afectar la pulcritud del procedimiento de un sorteo, por ejemplo...

Si un cavaleiro decide ser anunciado en un festival, acepta colaborar... pero pone condiciones, diciendo que me anuncio en tu festival, pero solo toreo si me ponen este toro, o si puedo llevar el toro de casa y lo toreo yo... si ese tipo de cosas se plantean, o suceden, no debería haber un empresario que aceptase imposiciones de ningún tipo. Si el torero quiere torear "su" toro, o el del ganadero amigo, o simplemente el que a el le viene en gana... que lo haga en un festival privado, a puerta cerrada, en una finca particular, pero jamás en un espectáculo taurino en donde los espectadores pagan una entrada, pasan por taquilla y tienen derecho a una integridad que se supone...

Es hora ya de poner orden en todo esto. Que un espectáculo sea un festival es algo que no justifica para nada el que no haya un sorteo  de reses, de igual a igual, sin condiciones previas, sin limitaciones...Si no empezamos por ahí, ¿cómo vamos a pretender integridad en la Fiesta...?.

Acaben con todo este entramado. Acaben con la manipulación. Y haya en los profesionales del Toreo la decencia de apostar por jugar todos con las mismas reglas de juego. Es evidente que hoy, en Serpa, dos van a torear tragando por lo que les es impuesto... y otra, llamada de urgencia, tragando también, tragando dos veces, una aceptando el resultado de un sorteo previamente condicionado, y dos : aceptando cubrir la baja de un compañero que ha tenido la dignidad de dar un puñetazo encima de la mesa y decir basta. Así de claro hay que decirlo en esta hora.

Como si no bastase con la vergüenza que es lo por todos sabido : que las llamadas figuras, para aceptar un contrato que les ofrezcan para una corrida, exigen que los toros sean nhoc-nhoc (por ejemplo) y que encabece el cartel un torero más veterano siempre, para así ellos, las figuras, ir en segundo o tercer lugar del cartel, que permite actuar ya con los públicos más encendidos, no tan fríos como sería si les tocase lidiar el primer toro de la tarde...   Como si no bastase con esa vergüenza de empresarios que tragan por estas imposiciones de las figuras a la hora de contratarles, llega ahora esta chapuza de los festivales, como el caso de Serpa, con sorteo -aunque sea parcialmente- amañado...

Y esto último es lo que llega a los públicos y hace un daño enorme a la Fiesta y al prestigio de la Fiesta. Por eso hay que denunciarlo, por eso hay que alzar la voz, hay que dar el puñetazo en la mesa como ha hecho Luis Rouxinol Jr. que, a partir de ahora, debería merecer tanto respeto y reconocimiento como desprecio tendrán no pocos aficionados por aquellos otros que se sitúan en el polo contrario : pretendiendo jugar con ventaja a la hora de salir a la arena de una plaza, en donde si algo debería de existir, en la hora del inicio de una corrida de toros, es la igualdad de condiciones.

EUGÉNIO EIROA