En recuerdo emocionado a quien en nosotros dejó amistad sincera y eterna, hasta el día de su muerte. (Descanse en paz el gran amigo José Agostinho dos Santos)

Los excelentes amigos de Ramagens de Ouro e Prata nos recordaron esta mañana la gran figura de José Agostinho dos Santos, con una vieja foto de hace muchísimos años -cuando aún era uno de los mejores banderilleros portugueses- de la autoría de Figueiredo.

"O senhor bandarilheiro José Agostinho dos Santos, o senhor cavaleiro José Mestre Baptista e o senhor forcado Penetra... no Campo Pequeno. Foto Figueiredo. Acervo Ramagens, Ouro e Prata - Tauromaquia", dice el enunciado de la imagen.

José Agostinho dos Santos era un Señor, con mayúsculas, de pies a cabeza. 
Recuerdo muy bien cuando le conocí, en un momento en que ciertos "taurinos" portugueses me daban descaradamente de lado, me ignoraban deliberadamente, porque... que un español divulgase la Tauromaquia portuguesa, para ellos -en su mezquindad- era pecado mortal. 
Tuve que aguantar aquellos desprecios. Contrariamente a ello, di con personajes admirables, estos Taurinos y Señores, con mayúsculas... uno de ellos fue Agostinho dos Santos, excelente persona, formidable taurino, que acabó siendo entrañable amigo mío. 
Por eso sentí tanto su inesperada muerte, como he sentido después, y siento, durante ya tantos años, su ausencia. 
Y es que nadie es insustituible en esta Vida, es cierto; pero más cierto es que algunos -los buenos- son muchísimo más difícil sustituirlos que los otros -los malos-. 
Agostinho dos Santos era uno de "los buenos", un grande Señor, en la Tauromaquia y en la Vida. Dejó un hueco enorme. Un abrazo a el en la eternidad donde esté. Un abrazo a sus familiares porque, saben bien, mi aprecio por José será siempre eterno. 
El me hizo entender, rápidamente, que aquellos "mezquinos" (aún hoy subsisten algunos en Portugal de esta "raza", aún hoy a algunos "tiñosos" les molesta lo que hacemos a diario en la TRIBUNA da TAUROMAQUIA) no contaban, que lo importante era -y es- que en la Tauromaquia lusitana había mucha más buena gente que necios y que para poder valorar a la buena gente, era necesario sufrir a los mentecatos...
EUGÉNIO EIROA