Jaime Ostos, en una comparecencia reciente ante los medios de comunicación

Tenía 90 años. Un ataque al corazón se lo ha llevado. Fue en Colombia, a donde había ido a pasar, con su esposa, el fin de año. Fue un visto y no visto. Dicen que murió fulminado por el ataque cardíaco. Iba a regresar a España en este inicio de semana. Ahora regresarán sus cenizas, tras ser incinerado.

Ha muerto Jaime Ostos. Torero, con mayúsculas. Valentía y entrega al límite en una plaza. Tanto que pudo perder la vida en gravísimas cornadas en su tiempo de figura, que lo fue. El decía siempre : "no sé que es el miedo". Y en los ruedos lo demostró siempre. Fue muy lejos en sus actuaciones, jugándosela en todo momento : "porque el público merece que no haya trampa ni cartón. El Toreo debe ser verdad siempre", dijo.

En Colombia vivió sus últimos días -días de vacaciones, de estar con los amigos-. Falleció de mañana, este sábado, a primera hora, en Bogotá. Nada hacía presagiar la desgracia del fulminante ataque. En la noche del viernes paseaba tranquilamente con su mujer, la doctora Grajal, por el barrio de la Candelaria en la capital colombiana. La última semana de diciembre y la llegada del nuevo año lo pasaría en Cartagena de Indias, junto a varios amigos españoles y colombianos. Estaba de excelente humor y buen semblante. 

Ostos había viajado al país suramericano con su mujer, Maria Ángeles Grajal y un grupo de amigos al final de estas pasadas navidades y tenía proyectado regresar este mismo domingo/lunes a España. 
El ex torero estaba bien de salud últimamente, a pesar de que había estado ingresado en la UCI de un hospital madrileño al principio de la pandemia (2020) al infectarse de Covid, prueba también difícil a la que le sometió la Vida, pero que también pudo felizmente superar. No así lo de este sábado, ciertamente.

"...Por las heridas de guerra nunca se le escapó su inmenso valor. Suyas son muchas de las mejores estocadas de la historia de la tauromaquia.
Técnico y buen muletero, con mucho pundonor, su hombría delante del toro asombraba a los públicos. Tanto se entregó en la arena que sufrió gravísimas cornadas. «Es la manifestación artística más real, la del toro, que te puede matar. Y lo digo yo, que tengo 25 cornadas», dijo en una ocasión. En la memoria de los aficionados permanece aquel gravísimo percance de Tarazona de Aragón en 1963: «Estuve muerto virtualmente tres días».
Vestido de negro y oro, como presagio de la negra tarde, pero las manos del doctor Val-Carreres obraron el milagro. Porque milagrosamente se recuperó y tuvo arrestos para vivir en 1964 un año triunfal, con faenas importantes en Valencia o Sevilla..." (Rosario Pérez)
Natural de Écija, Jaime Ostos había nacido el 8 de abril de 1931 y tomó como matador de toros la alternativa el 13 de octubre de 1956 en Zaragoza, con toros de Urquijo, de manos de Miguel Báez Litri, padrino, con Antonio Ordóñez como testigo. Confirmó en la Feria de San Isidro de 1958, con Antonio Bienvenida como padrino. Como torero fue una de las figuras más importantes de la década de los sesenta.
«Jaime Ostos fue un torero de leyenda, a la antigua. Castigado muchísimo por los toros, volvía a ellos con renovados bríos. Por las heridas de sus cicatrices no se le escapaba el valor. Al contrario: parecía que los percances eran como medallas de guerra que le insuflaban nuevos ánimos».
(Jose Luis Suárez-Guanes)
Era valiente, por encima de todo; pero también de notable pundonor, destacó por su manejo poderoso de la muleta y por su contundencia a la hora de matar. Sufrió infinidad de percances, dado su arrojo y valentía, el más grave de todos el 17 de julio de 1963 en la plaza de Tarazona de Aragón (Zaragoza) por el que llegó a recibir la extrema unción; nadie creía que pudiese salvarse y... se salvó.

Se retiró de los ruedos en 1974 si bien reapareció de modo esporádico en varias ocasiones para torear algunos festivales. 

-------------------------

João Aranha e Jaime Ostos

Por Manuel Peralta Godinho e Cunha. (In "Partebilhas" 15.11.18

Jaime_Ostos_Carmona.jpg

Em 9 de Outubro de 2014 e pelas 12:52 horas recebi um mail do cronista taurino João Aranha com o seguinte texto:

Caro Amigo

Socorro-me da sua ciência e meios de investigação para completar um trabalho que estou a escrever sobre a Feira da Piedade e não encontrei o que me falta em nenhum dos seus livros. Tudo se passou há anos, muitos anos (tanto como recordo terá sido em 10/11 de Outubro de 1953) quando coincidi, numa viagem muito engraçada, de Sevilha para Badajoz, num velho autocarro com 1ª e 2ª. classe, com o então novilheiro Jaime Ostos (que você sabe muito bem quem foi e quem é). Era ainda uma esperança e não tinha carrinha viajando nos transportes públicos. Vinha com dois jovens bandarilheiros da sua quadrilha para tourear na Feira da Piedade, ainda na Praça Velha e isso aconteceu. O que não me lembro, e isso é importante para o propósito do artigo que estou a escrever, é a composição do cartel dessa corrida e como decorreu. Mas o meu amigo saberá como lá chegar e tem 24 horas para fazer o favor de me passar essa preciosa informação. Remato com um abraço e uma meia-verónica à Ordoñez e antecipadamente agradecido com estima e respeito.

Minha resposta por e-mail no mesmo dia e às 19:36 horas:

Caro João Aranha

Cartaz de 11 de Outubro de 1953: Toiros de Manuel da Silva Vitorino; Cavaleiros Simão da Veiga Jr e Manuel Conde; Novilheiros Joaquim Marques e Jaime Ostos; Forcados Amadores de Santarém comandados por Ricardo Rhodes Sérgio, que realizaram duas pegas de caras Augusto Cabeça Ramos e Luís Rocha e duas pegas de cernelha por César Cunha Rego/Rui Roque Lopes e João Ramos de Figueiredo/António Alcobia.

Um abraço

No artigo de João Aranha no Jornal do Correio da Manhã de 10 de Outubro de 2014 destaco o seguinte:

Naturalmente meti conversa com o ‘vizinho’ de ocasião, que me disse chamar-se Jaime Ostos, ser de Ecija, e viajar para Santarém onde vinha tourear. Lá lhe expliquei que a viagem era longa mas a Feira da Piedade tinha empaque, desejando-lhe sorte. E foi então que, chegados a Los Santos, lá pelas 11 da manhã, para uns ‘churros’ e café com leite, ele e os dois da quadrilha, sacaram dos capotes e entraram numa de toureio de salão em plena ‘carretera’ logo partilhado pelo jovem frade, que até se ajeitava no manejo do percal. Os aplausos estalaram e as caras de espanto das senhoras e do padre jesuita ficaram-me na memória para sempre. 

Nunca me calhou reencontar o Jaime Ostos, que atingiu os píncaros da glória como matador de toiros, para lhe recordar este episódio.”