Lean, por favor, con máxima atención, esto que sigue :

"Campo Pequeno.
129 anos depois, está em curso a "limpeza étnica" da sua memória tauromáquica.

Comemoram-se hoje 129 anos sobre a data da inauguração da Praça de Toiros do Campo Pequeno, actualmente mera sombra enegrecida do lugar de culto para gerações de aficionados. 
Recordo com saudade o mesmo dia de há 4 anos, em que esta sala de visitas de Lisboa celebrou 125 anos de existência com um espectáculo inclusivo de algumas das várias manifestações artísticas e culturais que ali podem e devem ter lugar. Espectáculo que foi o orgulho de uma equipa em que se envolveram, por igual, todos os sectores da empresa. Da qualidade do espectáculo atesta a sua transmissão em directo pela TVI. Equitação, toiros, fado, mensagem de parabéns de Sua Excelência o Presidente da República... Glamour, cultura e respeito pelas tradições!
Contudo, a prática vem demonstrando que a descaracterização da Praça de Toiros do Campo Pequeno continua em bom ritmo. As corridas de toiros, paradoxalmente o espectáculo que ali tem tido lugar com mais regularidade, apesar dos tempos de pandemia, é anunciado em letras gordas como realizando-se em Lisboa, relegando-se para letra pequena o lugar onde se realiza, a emblemática Praça de Toiros do Campo Pequeno. 
Esta é mais uma peça do puzzle que visa urdir a teia onde as corridas de toiros na capital e o local mítico e místico da sua realização, serão a breve trecho asfixiadas, passadas à história e, muito provavelmente erradicadas da própria história, cultura e tradições de Portugal. Vontade ao poder político actualmente instalado, não falta, condicionando assim o edifício a espectáculos que sendo obviamente legítimos, não passam, contudo, de uma actividade complementar daquela para a qual foi construído: corridas de toiros. 
De qualquer, modo, parabéns aquelas pedras que, ao comemorarem 129 anos, constituem parte da história da cidade de Lisboa e testemunharam também, ou foram cenário, de bons e maus momentos da vida Política portuguesa".
PAULO PEREIRA).


El Dr. Paulo Pereira.


Y, a mayor abundamiento,
si me permiten...

Por Eugénio Eiroa. 

Paulo Pereira es un excelente periodista, un gran comunicador y un inmejorable relaciones públicas. Desconozco qué hace actualmente, donde está, a qué se dedica. Pero puedo dar fe que, en el tiempo -bastantes años- en que le conocí y le traté, era eso, lo que en la primera frase de este texto se refiere; ni más ni menos.

Por eso, encontrarle ahora en la red social de Facebook, escribiendo un artículo sobre el aniversario que acaba de cumplir la Plaza de Toros (?) de Campo Pequeno, no solo es llamativo... sino que -leyendo lo ahí referido- sirve para que todos reflexionemos y nos demos cuenta de que Paulo Pereira, en lo que afirma, tiene más razón que un santo.

Es decir : ha tenido que venir este Señor -con mayúsculas- a decirnos a todos que abramos los ojos, que despertemos de la anestesia que nos han puesto, que nos demos cuenta de a donde llevan lo que fue una Plaza de Toros (aunque fuese antes también dedicada pero solo en sus tiempos libres a otros espectáculos)... al mismísimo desolladero como tal.

Y es verdad : ¿qué es ahora Campo Pequeno?. Fundamentalmente es una sala de espectáculos gobernada por una empresa del promotor de eventos musicales llamado Álvaro Covões -al que la Tauromaquia le importa poco o más bien nada- y que arrienda o subarrienda unas cuantas fechas que le queden libres (desgraciadamente muy pocas) al empresario taurino Luis Miguel Pombeiro. 

Antes, Campo Pequeno era, fundamentalmente, una plaza de toros con temporada seria y estable... con más o menos corridas al año, pero dispuestas convenientemente en forma de atractiva temporada taurina. La empresa que gobernaba entonces Campo Pequeno pensaba en clave taurina y... luego, por si misma -o por terceros a los que arrendaba la plaza en determinados días libres-, daba lugar a que allí se celebrasen espectáculos diversos, musicales fundamentalmente.

¿Se dan cuenta ustedes?. Se le ha dado por completo la vuelta a la tortilla. Cuando Covões y su empresa se hacen con el pastel del Campo Pequeno tras la insolvencia de la sociedad de los Borges, etc. etc., no acuden al negocio por amor o interesarles la Tauromaquia. Fueron a ello porque les interesaba y mucho tener full time Campo Pequeno para sus recitales musicales, sus conciertos... y no tener que estar pagando por alquileres de fechas sueltas que, en muchos casos, siempre eran dependientes en todo momento de lo que dejasen libres las corridas de toros que allí se celebraban.

Tomado el poder por los Covõe´s... es la Tauromaquia la que ha de pedir de favor -a través del Pombeiro de turno- que le dejen celebrar allí, al menos algunas corridas de toros. Y apareciendo así como magnánimo, Covões por el momento accede a ello, se supone que previo pago por el número de días de utilización de la plaza... teniendo que supeditarse el Pombeiro de servicio a lo que deje libre la actividad musical que la empresa de Covões realiza, en las fechas que a esta no le interesen... Es decir : la Tauromaquia ha dejado de ser prioritaria en la Plaza de Toros de Lisboa y pasa solamente a comer las sobras del almuerzo... entra así en un descarado segundo plano; ni siquiera puede estar en igualdad con lo de los conciertos y los musicales.

Esto es lo que ha venido a decir en su corto pero certero análisis el doctor Paulo Pereira.  Hoy, Covões aún permite que en "su" Campo Pequeno se celebren cuatro, cinco, seis, siete corridas de toros... bien pocas para lo que la Tauromaquia portuguesa y la propia Lisboa necesitan y merecen. Pero... ¿qué garantía hay de que mañana, pasado, al otro año, Covões diga que con tres, cuatro... o ninguna, llega y basta?. ¿Qué obligación legal tiene Covões de facilitar que se den cada año una serie de corridas de toros en Campo Pequeno?. Convendría que se aclarase cuanto antes este extremo... para todos saber a qué carta atenernos sobre el futuro de la Tauromaquia en la que hasta ahora era su Catedral lisboeta que, entre lo sucedido con la falencia de la empresa concesionaria anterior y el advenimiento de la nueva y actual, mas este tiempo de Covid... se ha convertido en una simple capelinha taurina de tres al cuarto, dicho sea con todo el respeto por lo que Campo Pequeno fue pero desgraciadamente ya no es.

Y esta es la pura y dura realidad. Que aún puede ser peor en tiempos venideros. 

Paulo Pereira -que precisamente en Campo Pequeno hizo una extraordinaria labor de comunicación y relaciones públicas cuando eso era una verdadera Plaza de Toros- ha sido el único que, en este día que queda atrás del cumpleaños de aquel magno lugar, ha dicho, alto y claro, lo que está sucediendo. Por si algunos de los que andan en esto de la Tauromaquia lusitana quieren despertar de la anestesia general a la que -con su agrado- han sido sometidos. 

Despierten, si quieren, saben y pueden... antes de que sea demasiado tarde.

EUGÉNIO EIROA